"Jordi Bosch da vida a Kurt. Para él tener la
oportunidad de trabajar junto a Espert y Gómez, 'ha sido un
regalo de Homar al no poder repetir en esta ocasión el personaje
por tener otros compromisos profesionales. Estos dos actores son
una lección de teatro'. El director ha adaptado el personaje a
su figura y a sus características. 'Kurt es una hombre que
arrastra su propio drama y que llega a la casa de este
matrimonio que vive en una especie de torre-prisión, en una casa
viciada por el odio, el desprecio y la desesperación. Pero no
les ayuda si no que colabora en afirmar que 'no hay manera de
escapar en esa relación en la que se machacan continuamente'.
Kurt también es un miserable y va a ser el peor del trío. No es
un hombre que llega y se va, sino que participa de esta
tragedia', termina". [Teatros - octubre 2007]
JORDI
BOSCH. DEL LLIURE A LA ABADÍA Por Esther Moreno
Entrevista a TeatroMadrid [octubre - 2007]
Jordi Bosch sustituye al que fuera
su compañero en el Teatre Lliure, Lluís Homar, en la reposición
de Play Strindberg de Friedrich Dürrenmatt, en el Teatro de La
Abadía. Se incorpora así a un barco capitaneado por el director
francés Georges Lavaudant y tripulado por Nuria Espert y José
Luis Gómez. Bosch, formado en los espléndidos años del Lliure,
junto a Fabià Puigserver y Lluís Pasqual, encarna a Kurt,
elemento perturbador de ese infierno conyugal que retrata esta
mirada a Danza macabra, de Strindberg.
¿Cómo has enfocado el
personaje? ¿Qué matices diferentes proporciona tu trabajo?
Los habrá diferentes porque es otro
actor el que lo hace, pero esto es una sustitución y viniendo de
quien viene, Lluís Homar, ha seguido sus directrices. Es lo más
honesto, toda la partitura está ya ahí escrita y es fantástica,
¿para qué cambiarla? (risas). Me lo he planteado con el respeto
a una faena que funciona maravillosamente.
Tu
personaje, Kurt, es un testigo de ese matrimonio
desquiciado...
Exactamente, irrumpe en esa relación
de poder, de amor, de tantos años, que sigue como un volcán
generando lava, porquería, a la que se suma y de la que no hay
manera de salirse, de esa danza macabra que plantea Strindberg.
Te
estrenas con Lavaudant, con Gómez, Dürrenmatt, ¿y con Espert?
Con Nuria sí he trabajado, hace muy
poco. A mediados de noviembre [octubre] se estrena una película
que hicimos con Ventura Pons: Barcelona, un mapa,
basada en la obra teatral de Lluïsa Cunillé, Barcelona mapa
de sombras. Sentía por ella una adoración increíble y
curiosamente al mismo tiempo que la película surgió Play
Strindberg. Y con Gómez igual, es un gran placer. Ha sido
un regalo.
Eres un
actor fundamentalmente de teatro y muy vinculado al Liure...
Sí, lo fundaron en el 76 y yo entré
en el 83. Pillé el gran momento del Lliure, hasta el final, con
el cambio de sede. Fue mi escuela; para mí, teatro y Lliure es
lo mismo. Aquel equipo tenía una gran sabiduría teatral:
Puigserver, Lluís Pasqual y actores como Homar o Anna Lizarán.
Del teatro pequeñito de Gracia se pasó a la nueva sede, lo que
pasa es que por el camino se pierden las personas e ideas.
Puigserver tenía una sabiduría muy especial, era de esa gente
que une el teatro y la vida, de los últimos románticos que
piensan que el teatro puede cambiar el mundo, sabía que era la
gran utopía pero lo intentaba en cada espectáculo.
Ahora
parece haber más intercambio teatral entre Madrid y
Barcelona...
Es fantástico, que dure, porque se
refrescan las ideas, el teatro no puede ser endogámico. La
primera vez que vine a Madrid fue con el Hamlet de
Enric Majó, hace treinta años. Después estuve mucho tiempo con La
muerte accidental de un anarquista, y luego, con el
Lliure. La última vez recalé con Fuenteovejuna, hace
dos años. Pero a trabajar en una producción de aquí es la
primera vez. Y en La Abadía, que me recuerda al Lliure por su
espacio escénico y su concepto del teatro.